El ahora famoso cometa 3I/ATLAS ha generado una ola de curiosidad en todo el mundo desde su hallazgo el pasado 1 de julio de 2025. El descubrimiento fue realizado por un telescopio chileno ubicado en la región de Coquimbo, parte del sistema financiado por la NASA encargado de vigilar el cielo en busca de asteroides y cometas que puedan acercarse a la Tierra.
A partir de las primeras observaciones empezaron a surgir hipótesis respecto a su posible origen a partir de tecnología artificial, básicamente por su forma de reflejar la luz y su composición química. Observaciones de la NASA, la Agencia Espacial Europea y los telescopios James Webb y Hubble han mostrado que el cometa contiene mucho más dióxido de carbono que los cometas conocidos y que refleja la luz de una forma inusual, como si su superficie estuviera hecha de un material diferente.
Estas rarezas encendieron la imaginación de muchos. Algunos divulgadores y usuarios de redes sociales comenzaron a compararlo con Oumuamua, el misterioso objeto interestelar descubierto en 2017. En ese entonces, el controversial astrofísico de Harvard Avi Loeb llegó a sugerir que podía tratarse de una nave extraterrestre por su forma y velocidad. Loeb volvió a pronunciarse ahora, señalando que “no se deben descartar hipótesis extraordinarias ante fenómenos que no entendemos del todo”.
Sin embargo, los científicos son cautelosos. La NASA aclaró que no hay ninguna evidencia que apunte a un origen artificial. Todo indica que se trata de un cometa natural, aunque muy distinto a los que se forman cerca del Sol. En contraparte, Loeb insiste que existe “entre un 30 y un 40 por ciento de probabilidad de que el objeto no tenga un origen completamente natural”.
3I/ATLAS pasará su punto más cercano al Sol a fines de octubre y, aunque no será visible a simple vista, seguirá siendo monitoreado por la comunidad científica. En diciembre alcanzará su punto más cercano a nuestro planeta, situado entre 240 y 257 millones de kilómetros, reduciendo a cero las posibilidades de acercarse a la Tierra. Sin embargo, como todo fenómeno natural, cada fragmento de información sobre este viajero interestelar es una oportunidad única que tiene la ciencia para entender cómo se forman los mundos más allá del nuestro.






